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Estamos acostumbrados a pensar y hablar de la calidad de los alimentos que ingerimos, de cuánta agua tomamos o cuántas horas dormimos, y cómo esa relación entre calidad-tiempo-cantidad puede resultar beneficiosa para nuestra salud. Pero poco se habla de lo que respiramos. Si pensamos que un adulto medio, en reposo, inhala y exhala unos 13kg de aire al día, contra unos 2kg de comida y bebida y unos 3kg de fluidos al día, es tiempo que los consejos de salud se orienten a la calidad de aire que respiramos.
¿Empezamos?
Una amenaza invisible. Veamos de qué estamos hablando
El incremento de muertes cada año debido a la contaminación del aire es ya un tema de salud pública. La Organización Mundial de la Salud estimó en el 2018 que aproximadamente 7 millones de personas mueren anualmente debido a causas relacionadas a la contaminación del aire. Esto quiere decir que 1 de cada 8 muertes prematuras que suceden cada año se debe a una causa asociada a la contaminación del aire.
La OMS también nos advierte que la polución del aire exterior es el 1er factor de riesgo para la salud medioambiental y el 4to mayor factor de riesgo para la salud global en el mundo.
Pero el peligro no termina cuando atravesamos la puerta de ingreso a nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, nuestros centros de estudios o los centros de salud donde nos atendemos. La contaminación del aire interior es uno de los 5 riesgos ambientales para la salud según lo indica la Agencia de Protección Ambiental de USA (EPA por su sigla en inglés). También, hace hincapié en que los múltiples impactos en la salud tienen un alto costo económico.
El costo de la mala calidad del aire interior se estima en €19.000 millones al año en Francia y US$168.000 millones al año en EE. UU. (OQAI, ANSES, CSTB). El número anual de días laborales perdidos podría aumentar de los 1.200 millones contabilizados en el 2015 a 3.700 millones en el año 2060, conforme a lo que informa la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico - OCDE.
En 2060, la contaminación atmosférica causará de 6 a 9 millones de muertes prematuras al año y tendrá un costo equivalente al 1% del PIB. Este costo está asociado a la reducción de la productividad laboral. Aumento del ausentismo, generación de gasto sanitario adicional y un aumento de mortalidad y morbilidad.
Por último, cabe destacar que pasamos en promedio el 80% de nuestras vidas en ambientes cerrados (casa, oficina, centros educativos, transporte, etc). Por eso, los datos que nos da la OMS son tan alarmantes: 3,8 millones de personas mueren prematuramente al año por enfermedades causadas por la contaminación del aire interior.
Hagamos visible lo invisible
Más allá que la calidad del aire exterior tiene un alto impacto, hoy vamos a focalizarnos en la calidad de aire interior.
Para empezar, tenemos que introducir una nueva enfermedad declarada por la OMS en 1982, llamada Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), Sick Buildings Síndrome, que lo define como el conjunto de molestias y enfermedades que un edificio causa en sus ocupantes y cuyo origen está en el mal estado del edificio. La OMS fija que si más del 20% de los ocupantes se ven afectados, estamos en presencia de un caso de Síndrome de Edificio Enfermo.
Los efectos de una mala calidad de aire interior impacta sobre los ocupantes de un edificio, llevando a una baja del 25% en el rendimiento de las personas y en una disminución del 10% en la productividad anual de las empresas.
Podemos detallar como causas más frecuentes del SEE a la ventilación inadecuada (52%), contaminación del aire interior por los equipos de oficina (18%), compuestos orgánicos volátiles procedente de materiales de decoración y construcción (16%) y por el exterior (9%).
Pero ¿cómo hacemos visible a este enemigo invisible que daña nuestra salud y así poder atacarlo?
Todo empieza por conocerlo y, para ello, es indispensable contar con un detalle de la situación real del edificio y su calidad de aire interno. Conocer la calidad del aire en tiempo real y su evolución, es el primer paso para convertirse en un actor ambiental. Por eso, necesitamos implementar una evaluación y posterior gestión de la calidad del aire.
La evaluación de la calidad del aire se debe realizar a través de una auditoría para conocer cuáles son los contaminantes, olores y alérgenos, con un mapeo de la contaminación generada por instalaciones técnicas, y al mismo tiempo también buscar recomendaciones de expertos para realizar mejoras.
Una vez que contamos con los datos en tiempo real, es el momento de gestionar y mejorar las instalaciones para garantizar la calidad del aire. Se deberán implementar mejores prácticas, mantenimiento de las instalaciones y coordinación de sistemas de manejo de aire; como así también es fundamental generar un panel de control dedicado y la configuración de alarmas con umbrales según los requerimientos necesarios, para el seguimiento de resultados y toma de decisiones.
Para que todo lo que se implemente tenga buenos resultados, no podemos olvidar de involucrar al factor humano. Involucrar a los clientes, ocupantes y usuarios en la mejora de la calidad del aire es indispensable para anticipar y prevenir los riesgos asociados a la percepción de la calidad del aire. Para lograr este compromiso, debemos hacer accesible y comprensible la información acerca de IAQ (Calidad de Aire Interior), generando jornadas de concientización y formación al respecto.
Un ejemplo vale más que mil palabras
Caso de estudio: Oficinas corporativas Veolia Zona Latam + Hubgrade - Buenos Aires
El desafío:
A partir de la integración de Argentina al Cluster Veolia sobre IAQ, definimos la necesidad de hacer un piloto que mida la calidad de aire de nuestras oficinas corporativas situadas en Buenos Aires. Para poner en contexto el espacio donde se implementaría esta solución, las oficinas están ubicadas en un edificio moderno de curtain wall vidriado con ventilaciones mecánicas comandadas centralizadamente.
La solución:
Para ello, investigamos el mercado de sensores de IAQ e implementamos una integración de mediciones a través de dispositivos IoT.
Mediante esta nueva red nos vinculamos transversalmente al equipo operativo de O&M del edificio, informando cualquier desvío de los parámetros monitoreados para que puedan intervenir en su rápida corrección. A su vez, esta información nos permite generar acciones de mejora en las instalaciones para garantizar la calidad de aire en el ambiente laboral.
Generamos un dashboard que se alimenta de los datos enviados por esta red de sensores, lo que nos permite brindar en tiempo real información sobre la calidad de aire que respiramos en nuestro lugar de trabajo.
Los beneficios:
El monitoreo de la calidad de aire nos permitió asegurar una óptima situación en lo referido a salud ocupacional, mejorando la performance de nuestros equipos de trabajo.
Material de lectura
A beginner's guide to indoor air quality - The BESA
Directrices Mundiales de la OMS sobre la calidad de aire 2021
El Síndrome del Edificio Enfermo - metodología de evaluación
Las soluciones de Veolia para la gestión de la calidad de aire interior